Agrupacion de Andinismo Vultur Gryphus

lunes, mayo 26, 2008

Motivaciones de Vida

George Mallory ante la pregunta de por que quería escalar el Everest responde:

“…No hay finalidad científica que lo justifique, sino simplemente la satisfacción de lograrlo, el indomable deseo que subyace en el corazón del hombre…”

Solo pensé en dos cosas: EGO y LIBERTAD.

Sin duda alguna hay entre los hombre de montaña una especie de motor invisible que nos inspira a ascender una y otra vez esos macizos de hielo y roca. A medida que pasa el tiempo y tras conocer a una cantidad importante de personas ligadas a este deporte, la diversos motivos que es posible identificar varían tal cual pueden varias los colores de una puesta de sol, desde el egocentrismo hasta la libertad.


Al igual que en muchos casos de la vida cotidiana los montañistas se adecuan perfectamente a una curva normal; los casos de búsqueda de libertad plena y la egolatría pura son pocos y se sitúan en los extremos, siendo los montañista en su gran mayoría fieles exponentes de una rara situación hibrida entre la egolatría y la libertad (¿ego = libertad?).


El hombre esta en una constante búsqueda de desafíos y para un montañista lo retos a escala humana dejan de situarse en el primer orden (a pesar que el trabajo de una grupo humano en la montaña siempre plantea un desafió importante). Desde esta perspectiva, competir con la naturaleza ha sido por largo tiempo uno de los mayores desafíos del hombre. En este ámbito un montañista solo valida esta teoría, el desafió que impone alcanzar una cumbre pasa a situarse en un orden de elite que complementado con el desafió técnico y humano, pasa a ser en palabras simples y frías “ solo la satisfacción de vencer un obstáculo”, dicho obstáculo a esta escala es sin duda un desafió digno de admiración, pues no todos pueden decir que tienen la osadía de desafiar a la propia naturaleza. El montañista es sin duda un ególatra pues no hay mayor desafió que desafiar lo más grande y complejo: ¡la naturaleza!. La recompensa para un montañista es infinita y satisface en parte uno de sus necesidades mas internas, su propio ego.


Por otro lado, muchas personas acuden como respuesta a un misterioso llamado. Las montañas son, sin duda, uno de los más grandes regalos que el Creador nos ha dado. Con sus múltiples formas llenan la tierra decorando nuestro espacio escénico, elevando nuestra mirada y desafiando nuestro espíritu. Para muchos es un encuentro con Dios el que se produce arriba en el silencio del viento, es también el latir fuerte de nuestros corazones. Es donde nos encontramos con nosotros mismos, con nuestro espíritu, con nuestras limitaciones y fortalezas. La altura es un reto que eleva también nuestra alma y nos guía al encuentro con la naturaleza, en el silencio propio de esos parajes.

Para muchos las mentes se limpian y ordenan, nuestros cuerpos se expanden y crecen; seguir tras unas de estas rutas agrestes, en ultima instancia, una aventura infinita y personal… es la búsqueda de la libertad, de sentir que estas vivo, de sentir la cuestionada libertad, aun cuando internamente comprendes que eres parte de un todo, pero que ese todo ya no te comprime si no que te cede vida.

Como bien recuerdo a ver leído alguna vez: … no hay que probar nada; ni victoria ni derrota son la alternativa... Es sin duda solo una conquista interior, una nueva forma de ver las cosas y la vida, pues las cimas de las montañas no son más que una pieza de este maravilloso rompecabezas, aguardando en silencio a quienes queremos conquistar y vivir nuestros sueños.
Finalmente entiendo que han existido siempre poderosos motivos por los cuales nosotros curiosamente nos acercamos a las montañas. Los motivos son diversos y lo único que interesa es que son parte de una “evolución que engrande al hombre”, y por lo tanto, sea cual sea la motivación pasan a ser validas bajo esta premisa.

Por César Ibáñez Basso.